Un albaceteño, en la llegada del cine por primera vez a Barcelona
La familia de Antonio Fernández Soriano, nacido en Casas-Ibañez, y su esposa, la francesa Anne Tiffon Cassan, fue la promotora del estudio fotográfico Napoleón que abrió un cinematógrafo en la Rambla de Santa Mónica en 1896
A la primera sesión de cine en Barcelona acudieron los hermanos Lumière, de los que la casa Napoleón se encargó de la distribución de su invento en España en los primeros años de expansión del cinematógrafo
Las casualidades también escriben la páginas de la historia, incluida la del cine. Y si no, ¿cómo un albacetense y su familia estuvieron detrás de la llegada del séptimo de los artes a Barcelona? Pues así es. Que los barceloneses contemplaran por primera vez el invento de los hermanos Lumière fue fruto de la aventura empresarial de un emprendedor nacido en Casas-Ibáñez: Antonio Fernández Soriano.
Fernández Soriano, hijo de Francisco Esteban Fernández, chocolatero, y de Pascuala Soriano, vino al mundo en pleno corazón de La Manchuela el 24 de abril de 1827. Tuvo varios hermanos, y se enroló como soldado de Infantería, donde ejerció como músico de contrata en la Ciudad Condal. Precisamente en la capital catalana fue donde conoció y se casó con Anaïs, una francesa llamada en realidad Anne Tiffon Cassan, natural de Narbona, nacida el 18 de marzo de 1831. Con esta pareja se inició, en torno a 1850, un linaje de fotógrafos de los más importantes de España, los Napoleón. Basta con repasar cualquier historia de la fotografía de este país para darse una idea de la notoriedad de esta familia en este artístico negocio. Su emporio fotográfico sobrevivió durante casi un siglo, y parte de esta andadura empresarial estuvo ligada al cinematógrafo.
Retrato de Antonio Fernández con su hijo Emilio (hacia 1854), L'Esquella de la Torratxa
Según publicó la Real Academia de la Historia, el primer estudio de daguerrotipo y fotografía lo pusieron en marcha este matrimonio en la Rambla de Santa Mónica, en sus números 15 y 17, y donde siempre residieron. Primero se anunciaban de forma anónima, para pasar a denominarse en torno a 1854 En casa del señor Napoleón, Mr. Fernando en 1854, y Taller de Fotografía de Mr. Fernando y Anaïs Napoleon desde 1863.
Hay que señalar que el nombre Napoleón lo tomaron del padre de Anaïs, un francés que trabajaba en Barcelona como Napoleón. Artista pedicuro, "aprovechando el prestigio que suponía en estos años, y en este oficio, un nombre extranjero; de ahí también el Mr -monsieur-; mientras que Fernando venía de su apellido Fernández", recuerda la Real Academia de la Historia.
Los Napoleón tuvieron varios hijos -unas fuentes indican que siete y otras ocho, de los que Emilio, Napoleón Francisco y Napoleón Fernando, nacidos en 1851, 1855 y 1856, se hicieron fotógrafos y continuaron con el negocio familiar-, mientras su fama y prestigio, amén de su posición social, iban en aumento. De hecho, el ibañés fue nombrado fotógrafo de cámara por el rey Alfonso XII, participó en la Exposición Universal de Barcelona, obtuvo la Legión de Honor y otras numerosas condecoraciones españolas y extranjeras.
Entradas del cinematógrafo Napoleón AHCB (Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha)
Transcurridos los años, la familia decidió dar un paso más, y después de invertir en propiedades urbanas y rústicas, en los años noventa se sumaron a la moda del cinematógrafo. Y así fue que llegado diciembre de 1896 se puso en marcha el primer cine barcelonés, impulsado por esta saga, llamado Cinematógrafo Lumière -o Cinematógrafo Napoleón con el paso del tiempo, hasta le colocaron el apellido de Real- y situado en el entresuelo de su local de la antigua Rambla de Santa Mónica. Como responsables, fundamentalmente, dos de los hijos del matrimonio Napoleón, Antonio y Emilio. Esa sala se considera la primera de Cataluña, según Patrimoni Cultural de la Generalitat catalana.
Son diversos los estudios que apuntan que la primera proyección, la presentación oficial, se llevó a cabo el jueves, 10 de diciembre, con la presencia, incluso, de los inventores del cinematógrafo, los hermanos Lumière. No obstante, el cinematógrafo estaba dotado de equipos fabricados por los inventores franceses, de los que los Napoleón fueron los distribuidores exclusivos para España durante los primeros años -la familia nunca dejó de tener relaciones personales y comerciales con Francia-, señala en un artículo Josetxo Cerdán y aparecido en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Además, según recogió en el estudio Anaïs Tiffon, Antonio Fernández y la compañía fotográfica Napoleón María de los Santos García Felguera, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la sala estaba situada en la planta baja del estudio de fotografía, construida «conforme a los más modernos adelantos, y supera a cuantos hemos visto en Barcelona». En resumidas cuentas, una sala elitista, ya que parecía predestinada al público habitual del estudio de fotografía, es decir, la aristocracia y la alta burguesía.
Los asistentes a esa primera sesión eran invitados de alto postín, y la tarjeta que daba acceso a la presentación de tan maravilloso invento llevaba un fotograma de película dentro de un gran sobre amarillo.
Cuatro días después, el lunes, 14 de diciembre de 1896, se dieron las primeras sesiones para el público en general. Bueno, para el público que pudiera pagar la entrada, ya que su precio fue de una peseta, un dispendio para la época, y más si se tiene en cuenta que lo frecuente en otros cinematógrafos barceloneses que surgieron con el paso de las semanas, meses... era que la sesión saliera desde 15 a 25 céntimos.
En el primer repertorio del cinematógrafo del albaceteño, películas tales como: Desfile del regimiento de lanceros de la reina en Madrid; Paso de un río por caballos y jinetes; Montañas rusas náuticas en el lago Leman de Ginebra; Llegada de un tren a la estación; Hora del rancho en un cuartel y El regador regado.
Estudio Napoleon, Rambla de Santa Mónica 15-17 (Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha)
El Diario de Barcelona indicaba en aquellos días previos a la Navidad que el propósito de los Napoleón era ofrecer sesiones "de dicho aparato" a beneficio de los soldados que regresan heridos y enfermos de la isla de Cuba. El historiador cinematográfico Jordi Torras narraba en 1994 en el diario La Vanguardia que una vez a la semana, a partir de enero de 1897, el Cinematógrafo Napoleón dedicaba sesiones especiales "a las autoridades, asociaciones cívicas y religiosas, a círculos artísticos y literarios", desde Cruz Roja al Círculo Artístico, pasando por el Círculo Ecuestre, entre otros colectivos.
En algunas de sus sesiones las películas eran sonorizadas con ayuda de un fonógrafo. "Fueron muy populares las sesiones de Películas Vaticanas, de carácter religioso, que gozaban de un permiso especial de Roma". Según este historiador catalán, era sobresaliente la beatería de Madame Tiffon, ya que fue ella quien programó tales filmes "y era ella quien tijeras en mano cortaba las escenas algo atrevidas. Todas las películas de su Cinematógrafo Napoleón las visionaba ella antes de su proyección pública".
La familia decidió abrir otro cine en el Paralelo, en un solar situado al lado del Café Circo Español, conocido como Cinematógrafo del Paralelo, aunque en realidad su nombre era Cinematógrafo Lumière. La exhibición cinematográfica parecía una alternativa a la caída en picado del negocio del retrato fotográfico. Pero ni su pionero cinematográfico, el situado en la Rambla, ni el del Paralelo, planteado como más asequible para el público, ofrecieron los réditos esperados.
"La crisis parece que empezó en 1900, al buscar los Fernández nuevos ingresos con la venta y alquiler de películas usadas", recogió Torras en La Vanguardia. Y es que desde 1905 hay 'cierres temporales', 'reaperturas', 'reformas'... Ya, en 1907, la firma Ribas Vila, SA se hizo cargo del Cinematógrafo Napoleón hasta el día 10 de abril de 1909, cuando fue traspasado al Asilo Amparo de Santa Lucía, entidad que lo gestionó hasta el día 2 de febrero de 1910. En agosto del mismo año aparece un anuncio en los periódicos de Barcelona que reza: "Cinematógrafo Napoleón. Por cierre definitivo del local, éste se alquila para otros menesteres". Y punto final a la aventura cinematográfica de los Napoleón, pero no al negocio fotográfico, con el que el clan continuó durante varias décadas más.
Hay que señalar que Anaïs Napoleón falleció el el 2 de julio de 1912, mientras que Antonio Fernández Soriano lo hizo el 3 de febrero de 1916.
Reloj con retratos de Antonio, Anaïs y sus hijos (Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha)
"La fotografía es verdad. Y el cine es una verdad 24 veces por segundo"
Jean Luc Goddard Director de cine suizo