Tarzán llegó a Albacete hace 90 años
La primera película protagonizada por Johnny Weissmüller, Tarzán de los monos, se estrenó en el Central Cinema en enero de 1934
Fue un éxito sin precedentes, agotándose las entradas antes de su primera proyección y aguantando 10 días en cartelera
Antes, llegaron otros 'tarzanes', el que interpretó Elmo Lincoln o el caballo de Ken Maynard, pionero de los 'western'
La tarde de los sábados, y tras el Telediario de
rigor, la por entonces hegemónica TVE entretenía a los españoles con
series animadas tan míticas como Marco o Heidi. Después,
llegaba el turno de Primera Sesión, programa que ofrecía
películas para todos los públicos, pases de cine en 625 líneas que sirvieron a muchos
baby boomers para descubrir el celuloide más clásico. La selección
incluía desde films de indios y vaqueros a las siempre emocionantes de piratas y espadachines,
entre otras muchas. Y, Tarzán, off course. ¿Cuántas veces
no vimos colgarse al atlético Johnny Weissmüller de las lianas cruzando
la selva de este a oeste y de norte a sur?
Lo cierto es que, en esas épocas, la chavalería no entraba a analizar si los efectos especiales eran mejores o peores. O si el lenguaje monosilábico del rey de la jungla cumplía con las normas del castellano más elemental. O si el raccord o continuidad cinematográfica se respetaba.
Las películas de Tarzán emocionaban desde que los proyectores de todo el planeta comenzaron a iluminar los cines con las aventuras del personaje creado por Edgar Rice Burroughs en octubre de 1912, en la revista All Story Magazine. Fue el comienzo de una serie de relatos que acabaron en la gran pantalla. Y, de hecho, en 1918 se estrenó la primera versión de Tarzán de los monos, protagonizada por Elmo Lincoln, que repitió en el papel años después.
Pero resulta curioso cómo ya Tarzán, desde aquel momento, se comió al actor. Sí. Y el público albacetense lo pudo comprobar en la década de los veinte del pasado siglo. El 8 de julio de 1922, sábado, El Diario de Albacete informaba del estreno de Elmo el poderoso, de 1921, en el cine de verano Sport Patines, abierto en 1918 en la calle Saturnino López, 33. Y según se indicaba, se trataba de una "monumental película" interpretada por los "notables artistas Tarzán y Lucille". Más confusión, imposible. El artista al que llamaban Tarzán no era sino Elmo Lincoln, quien ya para entonces se había metido por primera vez en la piel del personaje de Burroughs. Pero la película nada tenía que ver con el rey de los monos. Era un western. Y puestos a aclarar las cosas, el caso es que Elmo Linconl interpretaba en esta película -que aguantó casi un mes en ese cine a la luz de la luna- al capitán Elmo Armstrong. Y la tal Lucille era el papel que interpretaba Grace Cunard. España era y es diferente.
Pero hubo otro Tarzán que se hizo muy popular en el cine de hace un siglo. Y tenía cuatro patas. Un popular actor, productor, además de cotizado especialista cinematográfico en aquel naciente Hollywood, Ken Maynard, protagonizó un buen puñado de filmes, la mayoría del Oeste, en los que compartía protagonismo con su caballo, al que llamó Tarzán. Y al igual que la perra Lassie se hizo famosa en los años cuarenta, y la mula Francis en los cincuenta, el equino de Ken Maynard hizo lo propio en los años veinte. Y los albacetenses pudieron disfrutar de ese bello caballo blanco. El 14 de abril de 1925, sábado, se estrenó en el Teatro Cervantes de la calle Ancha la película en cinco partes El desfacedor de agravios, "interpretada por el gran caballista Ken Maynard, secundado por su caballo Tarzán".
Personaje popular
En fin, que el nombre era ya de sobra conocido y su implantación en el imaginario del personal era una realidad. De hecho, El Diario de Albacete informó el 2 de enero de 1930, jueves, de una exposición que reunía en la capital una buena colección de obras de artistas locales de todo tipo y condición. Para el periódico, lo mejor de la muestra era el trabajo de Benito Soriano Cabañero. Y no era para menos. El pintor y escultor fue uno de los protagonistas más notables de la imaginería de la Semana Santa de Albacete y de la Virgen de los Llanos. De hecho, según el historiador Vicente Carrión, formó parte del taller de Ramiro Undabeytia, al que se atribuye la restauración de la Virgen de Los Llanos en 1939 y la realización de la imagen que está en la capilla del Ayuntamiento.
Pues tan digno representante del arte religioso se dejó seducir por el mismísimo rey de la jungla, ya que en esa exposición presentó una obra llamada Tarzán de los monos (escenas). "Aun temiendo que alguien me encuentre hiperbólico, afirmo que es la mejor -o por lo menos una de las mejores obras- de Benito, como llamamos al escultor por amistosa costumbre, los que lo tratamos de antiguo y conocemos su bondadosa modestia. La figura de Tarzán está henchida de expresionismo y espiritualidad", afirmaba la crónica de Fernando Gascó Artigao.
Valgan estos ejemplos para poner de manifiesto que Tarzán era un popular icono incluso antes de que se convirtiera en una de las estrellas más perennes del cine mundial, historia que comenzó a escribirse definitivamente en la década de los años treinta, cuando por primera vez Johnny Weissmüller se metió en el cuerpo del acróbata de las lianas.
Fue en 1932 cuando se estrenó en Nueva York Tarzán de los monos (Tarzan The Ape Man), la película dirigida por W.S. Van Dyke, con guion de Ivor Novello y Ciryl Hume, basada en el personaje creado dos décadas antes por Edgar Rice Burroughs, y que supuso todo un éxito para la Metro-Goldwyn-Mayer.
En resumidas cuentas, la cinta contaba cómo James Parker (C. Aubrey Smith) y Harry Holt (Neil Hamilton) organizaban una expedición a África para hallar un cementerio de elefantes que les proporcionara el suficiente marfil para hacerse ricos. La bella hija de Parker, Jane (Maureen O'Sullivan), se unió a la expedición y causó una tremenda atracción en Harry. Pero Tarzán (Johnny Weissmüller) y sus amigos simios la secuestraron.
Noticias y rumores
Desde semanas antes de la presentación en los cines albacetenses de esta cinta, ya se comenzó a hablar de la misma y, por supuesto, de su protagonista, del que se destacaban sus dotes atléticas y su impecable aspecto. La verdad es que para Johnny Weissmüller, este personaje determinó su carrera. No cabe duda. Y le permitió cumplir sobremanera el sueño americano. Nacido en Rumanía en 1904, con apenas siete meses llegó con su familia a Estados Unidos, entrando por Nueva York, como tantos inmigrantes, para pasar a Chicago, hasta donde regresaron tras una estancia en un pequeño pueblo minero de Pensilvania, Windber.
Aunque de adolescente su físico no daba pistas de lo que sería en el futuro -su pinta era la de un chaval desgarbado y flojo-, el consejo de un médico le llevó a practicar natación, lo cual fue, con el tiempo, la clave de su exitosa vida, De hecho, fue el primer nadador en alcanzar los 100 metros en menos de un minuto. Ganó cinco medallas de oro en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928, y en 1929 se retiró invicto, tras superar más de medio centenar de récords estadounidenses y 67 del mundo, en pruebas individuales y de relevos. Pues bien, toda su fulgurante carrera como nadador no le dio tanto dinero como su primer Tarzán. Y hasta tuvo el acierto de, reciclando las canciones tirolesas que su padre solía escuchar, inventó el grito que le hizo inmortal.
Johnny Weissmüller, cuando era nadador.
La atención mediática que despertaba la película meses antes de su estreno era notable. Y hasta se hablaba de una segunda película de Tarzán. El 17 de marzo de 1933, viernes, Defensor de Albacete explicada, en su sección de Cinematografía, y no sin sorna, que "ya está filmada la película con el título de El rey de la selva, en la que el hijo de Tarzán de los monos continúa las aventuras de su distinguido papá", apuntando: "Suponemos que dentro de poco aparecerá el nieto de Tarzán haciendo otra película de fieras, porque los tarzanes, aunque se ven obligados a pelearse directamente con los tigres, leones, serpientes y toda clase de animales mortíferos, por lo visto, son invulnerables a la muerte, hasta que dejan un descendiente digno su cesión". No sabía el periódico lo que le reservaba el futuro a Tarzán, más de 70 versiones,
Y para seguir calentando el ambiente, apenas cuatro meses después, de nuevo, Defensor de Albacete se hacía eco de una encuesta realizada en Valencia entre los aficionados al cine, y colocaba entre las 20 mejores películas del año Tarzán de los monos, en concreto, en mitad de la tabla.
El interés era máximo entre el público local… aunque, como en otras ocasiones, no fueron los albacetenses de la capital los primeros en ver tan importante film. No. Tarzán de los monos se estrenó antes en Almansa. El Diario de Albacete, en su edición del 22 de noviembre de 1933, miércoles, indicaba que en el Cine Coliseo almanseño se habían proyectado "con un éxito sin precedentes y un lleno rebosante, tarde y noche" las películas Noche de duendes y Tarzán de los monos.
En primera plana
Un par de meses después ya se presentaba como noticia de primera plana en la prensa local la llegada de Tarzán. El Diario de Albacete, el 10 de enero de 1934, miércoles, anunciaba que "pronto, el gran acontecimiento del año será Tarzán de los monos" en el Central Cinema de la calle Concepción, con el tiempo, Productor A. Y Defensor de Albacete anunciaba el 18 de enero, jueves, que el estreno de la cinta llegaría 24 horas después. Pero no se cumplió con lo previsto. El 20 de enero de 1934, sábado, nueva vuelta de tuerca. Central Cinema habla del estreno de la Metro, Sevilla de mis amores. Y apunta, "el mayor acontecimiento del cine sonoro en Albacete será Tarzán de los monos". Pero, ¿cuándo? El día 22 de enero, lunes, de nuevo se anuncia en Defensor de Albacete.
Hasta que el 24 de enero, miércoles, se publica en El Diario de Albacete que "mañana, jueves de moda, el mayor acontecimiento de la temporada, Tarzán de los monos, la película de la máxima emoción". Y por fin se cumplió. Y tanta fue la expectación levantada que desde horas antes las localidades estaban prácticamente agotadas. "Tratándose de un estreno en Central, ya se sabe ha de tener éxito, ya que al frente del mismo se encuentra Mariano Requena, dispuesto siempre a los mayores sacrificios para ofrecer al público películas de la categoría de Tarzán de la cual hace una gran creación Johnny Weissmüller", informó El Diario de Albacete.
Mariano Requena, heredero de una saga de exhibidores procedentes de Levante, que implantaron en la Feria uno de los primeros cinematógrafos en un barracón, experiencia que extendieron con el tiempo a otros puntos de la ciudad. E incluso, el propio Mariano fue uno de los primeros gerentes del Capitol, que abrió sus puertas en la Feria de ese 1934.
Tarzán y Jane en la película de 1932, estrenada en Albacete dos años después.
Con tanto interés, las noticias sobre su estreno ocuparon buena parte de las primeras páginas de los dos diarios locales. El 26 de enero, miércoles, Defensor de Albacete se refería al "éxito con que fue recibida por nuestro público", que "ha sido unánime y justo". "La cinta Tarzán de los monos, mejor dicho, Tarzán, el hombre mono, está basada en una novela inglesa de igual título y universalmente conocida. La casa MGM, conocedora de que en la pantalla adquiriría la citada obra, la captó para el cinematógrafo, consiguiendo rodar una producción de gran interés y desbordante belleza", se señalaba en la crónica, subrayando que "pierde la novela, convertida en película momentos de gran interés, sobre todo en lo que se refiere a los antecedentes y niñez de Tarzán, pero ello queda compensado con exceso por el lujo de detalles y desfile de ejemplares de la fauna salvaje de verdadero mérito".
La crítica también se refería a la interpretación más que lograda de Johnny Weissmüller, y no ahorraba adjetivos para el resto del plantel. Y ojo, algo más que importante, que las fotografías (los fotogramas) de gran mérito y el diálogo y ruidos perfectamente sincronizados, contribuyen eficazmente al perfecto ajuste cinematográfico y a la belleza natural con que el celuloide ha sido llevada Tarzán de los monos". Faltaría más.
Por su parte, El Diario de Albacete destacó el "favorable ambiente" que se había creado alrededor del film estrenado en Central Cinema, "lleno de un distinguido público que recibió Ia película con verdaderas muestras de agrado". "Los conocedores del film mudo -el de 1918- y de la novela sabían ya que el film presentado había de ser grandioso y así sucedió. Las escenas más emocionantes están bellamente logradas".
"Luchas fieras, salvajes entre el hombre, fiera a veces sin ternuras ni delicadezas, que él no comprende y ve en la dulce y espiritual Jane-Maureen O'Sullivan", se comentaba en el diario, que agregaba que la película estaba llena de "maravillosas escenas que se suceden ante el público con una emoción nueva". Especial acento se ponía en el trabajo "dificilísimo" del director "para lograr una compenetración y ajuste de las fieras ante la cámara, algunas de estas fieras felizmente amaestradas". De los actores se destacaba su "dignidad" en la interpretación.
Es decir, que todo lo prometido en torno a la película se cumplió, a tenor de las crónicas que se escribieron en la ciudad sobre la película, que se proyectaba en sesiones de seis y media de la tarde y diez de la noche. Y las entradas se podían encargar con antelación, aunque si a las cuatro de la tarde del día de proyección no se habían recogido, Mariano Requena las ponía a la venta. No había que dejar libre ni una butaca ni perder una peseta.
Ese mismo rotativo, El Diario de Albacete, destacaba entre lo mejor de la jornada este estreno, apuntando que "dentro de lo malo, el día mejoró ayer un poco. Al menos, no llovió y se pudo circular por las calles". La cinta compitió con una conferencia de Acción Católica en el día en el que el gobernador civil, Francisco Hernández Mir, exigió a los alcaldes de la provincia que se pusieran al día en el pago de los sueldos a médicos, farmacéuticos y veterinarios municipales. "De espectáculos se registró por fin un acontecimiento cinematográfico, que tan escasos suelen ser en nuestra capital, el estreno de Tarzán de los monos en el Central Cinema".
Colección Jesús López.
El último pase
La película se proyectó hasta el 30 de enero, y no fue un pase más. Esa última sesión se reservó a quien, por cuestiones pecuniarias, no podían permitirse el lujo de ir al cine. Y así lo desveló El Diario de Albacete en su edición del 31 de enero, miércoles: "La última proyección de Tarzán de los monos se celebró ayer tarde. Sin anuncio alguno, sin billetaje a la venta, porque la empresa Requena tuvo el delicado gesto de que esta proyección fuera exclusivamente para recreo de los asilados de los establecimientos de beneficencia de la capital". Y como no podía ser de otra manera, la emocionante película "gustó extraordinariamente, ya que estos seres, acogidos por caridad oficial, nunca presenciaron estos espectáculos", cita textual del rotativo. Y a continuación, halagos infinitos al empresario. "El rasgo de Mariano Requena ha sido muy elogiado, pero estos elogios fueron lo de menos, comparados con la satisfacción que sintió al oír la gran ovación que se tributó a Tarzán de los monos". El bueno de Johnny Weissmüller fue sustituido en la cartelera por el actor catalán Ernesto Vilches, metido en la piel del chino Wu Li Chang, en una producción de la Metro.
El recuerdo de la película permaneció durante meses casi inalterable en la retina del público y, de hecho, en una encuesta de El Diario de Albacete, publicada el 4 de diciembre de 1934, martes, una serie de chavalas de alta alcurnia opinaba sobre el cine y sus producciones. Una de ellas, Conchita Sánchez Cañamares, confesaba que le había gustado "mucho" Tarzán de los monos, "y estoy deseando ver Tarzán y su compañera» por Weissmüller. Trabaja estupendamente".
No tuvieron que esperar Conchita y el resto de albacetenses mucho tiempo para ver de nuevo a Tarzán, pero no al original. Sí, porque el 19 de enero de 1935, sábado, el Cinema Capitol presentó en programa doble Tarzán de las fieras, por Buster Crabbe, actor norteamericano que interpretó sólo en una ocasión al personaje de Burroughs, aunque sí hizo de un hombre que vivía en la selva en otras muchas películas, que no es lo mismo.
El original regresó a Albacete el 9 de marzo de 1935, sábado, con el estreno de Tarzán y su compañera, en el Capitol, sala que repuso un par de meses después Tarzán de los monos. Weissmüller en todo su esplendor.
Y así fueron los primeros saltos acrobáticos de Tarzán y su mona Chita en las salas de la capital, cuyos proyectores divirtieron con este cine de aventuras a los albaceteños de varias décadas. Y que dejaron recuerdos imborrables a jovenzuelos como, en aquel Albacete del final del Franquismo, Javier López Galiacho, presidente de la Asociación de Amigos de los Teatros Históricos Españoles (Amithe), quien no olvida cuando en el Productor A vio Tarzán en Nueva York y vivió un cine casi real. "Se puso a llover, y como el techo, de uralita, calaba, nos pusimos de pie en esas butacas de madera con los paraguas abiertos para no mojarnos".
Además, Tarzán sirvió de apodo a diversos mozalbetes en la España de la posguerra para los que se dictaron órdenes de búsqueda. E incluso, hubo un popular guerrillero que era conocido como Tarzán. Hay que recordar que durante el período inmediato a la finalización de la Guerra Civil y hasta el año 1944, se formó lo que iba a ser el origen de la Guerrilla Manchega, y que estaba constituido por dos partidas de huidos, que solo compartían la ideología comunista, amén de sus objetivos pecuniarios, ya que ni tenían contactos ni se desplazaban por las mismas zonas. Según el trabajo La lucha armada antifranquista en la postguerra de Albacete, de Francisco Alcázar Rubio y Javier Hernández Pérez, "el primer grupo está ubicado geográficamente al norte de la provincia de Albacete, en su límite provincial con Cuenca", siendo uno de sus principales iniciadores José Sahuquillo Rueda, conocido como Tarzán".
Colección Archivo Histórico Provincial.
"Enséñeme a hablar el lenguaje de los hombres"
Tarzán de los monos (1912) de Edgar Rice Burroughs