La última aventura del Cervantes

19.03.2020

El cine de la calle de la Feria abrió en 1973, y cayó víctima de las multisalas en los años noventa


Hasta cuatro salas en la capital llevaron por nombre el apellido del autor de Don Quijote de la Mancha


El Cine Cervantes cayó víctima de la piqueta en 1998. / JOSÉ MIGUEL ESPARCIA
El Cine Cervantes cayó víctima de la piqueta en 1998. / JOSÉ MIGUEL ESPARCIA

El inmortal personaje salido de la imaginación y la pluma de Miguel de Cervantes, Don Quijote, era un soñador empedernido. Su imaginación le jugaba malas pasadas, aunque en el fondo no era sino una manera de escapar de su orática existencia. En uno de los pasajes de su ficción, Don Quijote espetaba: "El sueño es el alivio de las miserias para los que las sufren despiertos". ¿Y qué es sino el cine? ¿No es una estrategia evasiva? Sea como fuere, El Quijote fue, es y será materia prima de excelencia para un buen guión, y, por ende, en esta tierra que es Albacete, dedicarle salas cinematográficas al universal literato fue siempre una constante. Hasta cuatro cines existieron en esta ciudad dedicados a Cervantes... Los hubo señoriales, de verano y a todo confort. Pero como todo, el tiempo, el inexorable paso del tiempo acabó con todos ellos.

Al Teatro Cervantes de Eduardo Serna Bódalo, de la calle Ancha, pudo seguirle otro promovido por este tenor y abogado, junto al Pasaje de Lodares, pero la Guerra Civil frustró ese proyecto https://www.cuentosdecine.es/l/cervantes-la-breve-historia-del-teatro-y-cinematografo-de-la-calle-ancha/

Con el tiempo se sumaron los cines bajo la luz de la luna de las calles Saturnino López y de la Feria. Pudo existir otro en la calle Dionisio Guardiola que tiene su particular historia. Y en plena década de los setenta llegó el cuarto de los cines cervantinos, también en la calle de la Feria. Una sala en la que la empresa José Pérez García echó, sin duda alguna, el resto, como si no hubiera un mañana. Fue el 30 de noviembre de 1973 cuando se inauguró para los vips albacetenses -véase, políticos, periodistas, gentes de cierta alcurnia...- la sala, a las 19 horas, en un acto "con pompa y circunstancia", como escribiría el periodista y cronista de la ciudad José Sánchez de la Rosa.

La crónica que el maestro de los informadores locales dejó en herencia a sus lectores contaba el acontecimiento de esta guisa: "Abrir un cine era más que una opción artística y cultural en 1973, era una escapatoria. Cuando el foco disparó su cañón multicolor en la penumbra y apareció el título de la película, ya todos nos llamábamos Trinidad. De pronto ya no existía el exterior, una calle de la Feria friolera y casi desierta. Todo lo que ocurría fuera era ajeno a los invitados a la gala. Traspasado el vestíbulo, casi suntuario, acomodados en el flamante enjambre de las 700 butacas, el mundo podía seguir rodando más allá de esta frontera de seducción y con su vieja y jodida magia, durante dos horas nadie le haría caso".

El Cine Cervantes, cuando todavía funcionaba.
El Cine Cervantes, cuando todavía funcionaba.
Las máquinas acabaron con una de las últimas grandes salas. / J.M.E.
Las máquinas acabaron con una de las últimas grandes salas. / J.M.E.

De esa sesión de puesta de largo, el diario La Verdad, con apenas unos meses de vida en aquel momento, decía: "El Cine Cervantes le da categoría al mundo del espectáculo. Es un cine cómodo, moderno", para apuntar: "Larga vida al Cervantes y nuestra felicitación a la empresa que ayer, en un verdadero acontecimiento social, lo puso a disposición de los albaceteños".

El edificio levantado en el número 14 de esta artería urbana que lleva a los albacetenses y a cuantos nos visitan desde el centro de la capital hasta esa maravilla que es el Recinto Ferial ofrecía todos los adelantos del momento. Como se ha apuntado, un aforo de 700 butacas, nada más y nada menos, un equipo de proyección a la última, un selecto recibidor vestido con nobles maderas y mármoles, moderna entrada con su correspondiente escalinata, con una climatización de primera. Vamos, un cine de excepción que, sin duda, no contó con una première a la altura. La primera película que se proyectó fue Le seguían llamando Trinidad. Ahí es nada, ese intento de western a la italiana protagonizado por Terence Hill y Bud Spencer que formaba parte de una saga para olvidar, aunque de notable éxito.

Pero volvamos a esa sala que decoró el albacetense Francisco Paños Moratalla, y que abrió para el público de a pie con el inicio de diciembre de 1973. También disponía de un cómodo servicio de cafetería, que terminó convirtiéndose en el típico quiosco de palomitas, bebidas y aperitivos de la misma condición.

El cine fue regentado por Pérez García hasta que desembarcó en esta ciudad la empresa Salcillo, que arrendó la sala desde el 2 de diciembre de 1985 a su promotor, quien mantuvo la propiedad hasta su cierre, el 2 de enero de 1996. Su demolición llegó entrado el año 1998.

Anuncio en el diario La Verdad de la apertura.

Última cartelera publicada en el diario La Tribuna de Albacete.

La última cinta que se proyectó sobre la pantalla de esta sala fue Jack, de Francis Ford Coppola protagonizada por Robin Williams, Diane Lane y Jennifer Lopez, entre otros.

El cerrozajo de este cine -que vio reducido su aforo de 700 a 450 butacas- fue la lógica consecuencia de la irrupción de las multisalas. En aquel momento, los complejos de los centros comerciales Albacenter y Los Llanos desplazaron al séptimo de los artes a las afueras. Hasta el maravilloso crítico cinematográfico José Antonio Tendero decidió colgar las botas y renunciar a lo que fue su pasión porque, según contaba, no era partidario de ir de excursión para ver una película.

Esa casa del celuloide durante 30 años dio paso a un moderno edificio de viviendas, que se pudo llamar José Isbert, y hasta Lumière. Fue el final de una saga de salas que hicieron gala de un apellido, Cervantes, durante décadas. Ahora los cines llevan otros nombres, el de empresas, macroempresas. Del Cinema Paradiso se pasó a la industria del entretenimiento, de la fábrica de sueños a un cajero automático. Sin personalidad. Pero la magia se mantiene. El cañón multicolor se sigue disparando en la penumbra cada día. Y durante un par de horas tu vida puede cambiar.

Los otros 'Cervantes'

Al de la calle Ancha se sumaron, con el paso del tiempo, dos salas de verano... Y pudo haber otras más con el mismo nombre.

Teatro Cervantes, situado en la calle Mayor, 40, esquina con Tesifonte Gallego. Funcionó entre los años 1919 y primeros compases de 1936, y estrenó el cine sonoro. Fue demolido en los 50. Uno de sus promotores, Eduardo Serna Bódalo, quiso dotar a la ciudad de otro Teatro y Cine Cervantes, en la calle del Tinte, junto al Pasaje de Lodares, pero la guerra civil frustró el proyecto. Y los herederos de Serna Bódalo proyectaron otro que terminó llamándose de otra forma.

Cines de verano Cervantes, uno en  la calle Saturnino López -ahora, calle Zapateros-, y otro más en la calle de la Feria, que aparece en la imagen, promovidos por el empresario albacetense José Pérez García, uno de los grandes emprendedores del sector. El de la calle Saturnino López se ubicó en el mismo solar en el que años antes funcionó el Sport Patines, aunque con numerosas reformas.

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